Hace muchos cálidos vientos, Audrina solía escaparse de sus quehaceres escolares, no es que a ella no le gustara, pero huir hacia su mundo mágico era su vida, recorría el pasillo de lado de la casa de la abuela contando los pasos del uno al diez .
Salgo y brinco y del laberinto he salido. El suave pasto la invitaba a dejar los zapatos botados, el viento despeinaba sus rizos rojizos, el bosque empezaba detrás del patio de la abuela, las dos hileras de girasoles eran la entrada a su bosque dorado donde saludaba a Lilibeth, esta pequeña amiga alada, era la cuidadora de los saludadores del sol, rara era la ocasión en que audrina se quedara a charlar un rato, tenia prisa por llegar al bosque que lilibeth solo alzaba su mano para saludarla, sin que audrina supiera le tocaba su cabello haciendo un chispa de luz a su melena rojiza que hacia que brillara con el sol, dejando una pequeña estela de virutas a su paso con un toque agradable a girasoles.
Este mes de junio era especial para Audrina, ella estaría cumpliendo diecinueve años y la hada princesa le había prometido llevarla al pozo de los deseos de las hadas, ella nunca había utilizado magia para su beneficio puesto que si llegaba a esa edad, sin utilizarla la hada princesa le había prometido un gran deseo para toda su vida.
En el bosque dorado Audrina podía volar y llegar hasta lo mas alto de los abedules, visitar a su amiga alondra y juntas cantar canciones de princesas y hadas, brincar con un solo pie los hongos naranjas con bolitas de azúcar blanca, merendar con mamá coneja suculentas ensaladas frescas con toda la gama de colores en vegetales, se tendía en la acolcho nada hojarasca naranja y leía todos esos libros que a ella le encantaban donde era la protagonista, la doncella y podía hacer realidad a todos esos seres. ¿En dónde? En el bosque dorado, pero en este mes ademas de cumplir sus diecinueve años, Audrina dejaría la casa de la abuela y se iría al norte a terminar sus estudios en unas tierras desconocidas.
Sus ojos como cámara tomaban recuerdos hasta el mas ínfimo recobeco de su mundo mágico, cuantas batallas libradas empujando hacia el mar a la bruja, noches soñando con el perfecto príncipe, días enteros preparando los solsticios, y luego esas noches de luna plateada susurrando secretos y descubriendo nuevas formas de amor, destruyendo hechizos de las brujas principiantes que azotaban por el oriente el lado mas vulnerable de mi bosque dorado. Todas las aromas mezcladas en un pequeño frasquito regalo de la hada del rocío.
El momento había llegado, no puedo explicar el porque lo hice. Abandonar todo esto que yo era, y en que creía y quien era mi abuela, yo simplemente obedecí a un sueño montado, fabricado con una dedicatoria especial para mi, ciega sin ver realmente la obscura telaraña de mi ida al norte.
¿Saben porque no existen? Porque ese fue mi deseo, Audrina no tenia títulos ni riquezas, era una habitante mas de la urbe del norte, infectada de humanos avariciosos, poseídos por lo que ahora llaman ... moda, lo mas in, fashion, lo espectacular...Pero, atrás de de su casa allí estaba el comienzo del bosque dorado, cuento los pasos del uno al diez brinco y salto a mi mundo he llegado y sigo creando magia, dándole vida al bosque que estaría conmigo hasta el final de mi existencia.
